miércoles, 29 de junio de 2011

Todo cambia, nada permanece


Heráclito decía que “todo fluye”. Lo explicaba diciendo algo así como que no podemos bañarnos dos veces en el mismo río, pues la segunda vez ni el río ni nosotros seríamos los mismos. Creo que es la explicación más clara de toda la historia de la filosofía. Aún así, andaba por ahí Parménides llevándole la contraria y diciendo que “nada cambia”.

El tiempo siempre va dando y quitando razones, por eso me pregunto qué pensaría Parménides si abriese hoy en día los ojos en su Grecia natal con todo el jaleo que hay armado. ¿Diría que nada ha cambiado? ¿qué sólo son apariencias? Quizás le buscase 3 pies al gato diciendo que en el fondo la esencia de la humanidad es la misma… ¡Paparruchadas! ¡A mí no me engaña!

Y es que, ¿qué sentido tiene resistirse a cambiar? A fin de cuentas cada día nos despertamos para subirnos a un mundo que gira a 465 m/s y que corre a 30 km/s. Con tal panorama, querer quedarse anclado al presente es inútil, y de hecho decía un tan Darwin que gracias al cambio estamos aquí. Así que desde aquí os animo a que hagáis cosas, a que cambiéis las cosas y a que dejéis que las cosas que hacéis os cambien.

Ya saben señores…o se mueven, o caducan 



1 comentario:

  1. Me encanta esta entrada!! Felicidades! Personalmente he de admitir que soy bastante reacia a que me cambien cosas, me produce desconfianza...jejej es todo psicológico!! De todos modos, tomo nota de tu consejo y procuraré dejar el agua fluir sin poner resistencia. La vida es más fácil si unos es flexible.

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